Aunque Irene nace en Madrid en 1978, todos la conocemos en 1991, cuando ella y su madre resultan gravemente heridas en un atentado de la banda terrorista ETA.

Entonces Irene es una niña de 13 años, justo la edad que tiene mi hija actualmente. Por ese motivo, me atrevo a imaginar qué ilusiones, motivaciones, situaciones cotidianas podía vivir Irene antes del atentado. Sus ocupaciones cotidianas debían ser los estudios, sus amigas, un primer amor preadolescente…

En octubre de 1991, toda esa vida queda truncada. El atentado le causa la pérdida de sus dos piernas y un cambio radical en su vida. A partir de ese momento, Irene pasa a ser una de las niñas más conocidas de España. Es la Víctima de un terrible atentado. Hablar de Irene Villa es hablar de tragedia, de terror, de pena… Su nombre e imagen está íntimamente relacionado con un sentimiento de horror que genera lástima sobre ella.

En esa situación, hubiese sido una opción muy lícita que Irene fuera la víctima eterna de España, la niña por la que todo el mundo  sintiese pena de por vida. Lejos de querer anclarse en esa esa imagen pública, Irene optó rápidamente por el PERDÓN , por ser RESILIENTE y ver más allá de su desgracia. Pasó lógicamente por un dolor , entiendo inmensurable, pero una vez aceptada la situación,  no se quedó en el sufrimiento, resurgió. Lejos de quedarse en la queja, Irene vio el “lado positivo”.  Según sus propias palabras “perdí las piernas ,pero tengo la oportunidad de vivir y lo voy a hacer”.

Cuando nos topamos con una situación que nos daña podemos optar generalmente por una de estas cuatro opciones:

1.- Quejarnos; Es lógico hacerlo pero no podemos quedarnos allí. La queja nos sirve para descargar la emoción pero no nos soluciona nada

2.- Ventilar; buscamos comprensión y cariño compartiendo lo que nos ha sucedido, pero aquí tampoco avanzamos.

3.- Reclamo productivo; en el caso de Irene el reclamo único es frente a la Justicia, pero por desgracia no puede ir más allá.

4.- El Perdón.

Hace poco en una entrevista Irene citó: “El perdón es necesario, es el único camino para continuar con tu vida y no arrastrar el dolor. A veces nos centramos en lo malo y sólo tenemos que abrir el foco, salirse del cuadro y ver el lado positivo”.

Actualmente Irene se define como una persona entusiasta y alegre. Campeona de esquí, licenciada en periodismo, escritora y con estudios de psicología.  Además contribuye en la integración de las personas con discapacidad. Explica con entusiasmo el día que un lector la reconoció por la calle por su labor periodística y no solamente por ser la niña del atentado. Irene lucha por mostrar al exterior la misma imagen que ella tiene de sí misma. Trabaja para dar visibilidad a su marca personal. Por mostrar lo que realmente es Irene Villa.

Hoy en día está casada y tiene dos hijos. Hablar de Irene Villa es hablar de una mujer que sufrió un atentado pero que supo ver lo que de ello podía aprender. Su marca personal es un reflejo de bondad, de resiliencia, de optimismo, de valor y de PERDON.

Post escrito para el blog  de Soymimarca en Agosto 2015.